Perseguimos la última y mejor versión de nuestro proyecto. Con una buena dimensión del espacio, transportes suficientes, móviles de investigación y exploración, centros de interés común y bases aseguradas a los depósitos de energía eléctrica, la palabra moderno se inscribe en todas partes y ningún terreno puede hacernos retroceder. Las carreteras han sido bien delimitadas y las columnas de abastecimiento se han elevado para aprovecharlas al máximo. 

Por todas partes se encuentran rovers, máquinas de carga y cosechadoras robotizadas, pero con una consola que también permite manejarlas manualmente. Se identifica rápidamente que las únicas instalaciones presentes son la cúpula dividida en cuatro rutas, cada una de las cuales sirve para una necesidad diferente. 

Pensamos quedarnos aquí durante bastante tiempo, así que las naves espaciales no nos causan demasiada intriga, ya que hay muchos recursos y partes deshabitadas en la Luna. Nos gusta admirar el cielo, pero preferimos movernos y hacer largos viajes de expedición por tierra. Sin embargo, hay dos increíbles naves situadas en los extremos del campamento, separadas por varios metros de todo en muy buen estado. 

Te prometemos que no habrá un momento del día en el que no encuentres algo que hacer; podrás dedicarte al cultivo, a la experimentación, a la supervisión y, si el cansancio te llama, también al ocio. 

Si echas de menos a alguien, podrás comunicarte a través de mensajes recibidos por las ondas del satélite.

Cerca de los polos lunares

Hileras de paneles solares marcan el tono del campamento situado cerca del ecuador lunar, donde los rayos del sol inciden y su intensidad es más preciada. Por otra parte, en esta zona hay túneles subterráneos que podemos explorar sin problemas porque no hay constancia repetida de la presencia de cráteres cercanos, lo que es natural en lugares más lejanos como los polos. Algo curioso sin duda y que no ignoramos de este lugar es que concentra la irregularidad del terreno que proviene de su cara oculta y la superficie ya tratada de la que se puede ver.

No canalizamos nuestra energía para idear nuevas formas de construcción porque no utilizamos toda la tecnología disponible ni los materiales de construcción conocidos. Entre ellos se encuentran los recursos minerales de los que se obtienen los productos acabados. A lo que prestaremos atención es al ensamblaje de caminos, escapes y limitaciones en el suelo lunar, tratando de conseguir un material similar a éste y que resulte en una mezcla homogénea de ambos. Podríamos tomarlo como una forma de contrarrestar los riesgos naturales del entorno en lugar de hacer por hacer. Un buen ejemplo pueden ser los picos como muro de regolito.

En nuestro campamento hay un equipo especializado de astronautas que, en busca de hielo de agua, adaptan sus rovers para recogerlo en cápsulas internas. Se trata de un proceso diario que se lleva a cabo en cualquier lugar del campamento que, a sus ojos, tenga el potencial de contener este recurso. Puede durar horas o incluso días y todos están llamados a participar, aunque es un trabajo formal en la Luna. Son los que pertenecen a ella los que no pueden parar y una vez que han completado su tarea, el agua se vacía en el gran contenedor.

La comida en nuestro campamento es, en definitiva, compartida entre las cuatro cúpulas. Todavía no hemos resuelto nuestra alimentación y dependemos de los alimentos naturales, desde semillas hasta verduras y algas. Es el más grande de todos por una razón; es suficiente para un grupo mínimo de personas, pero cuando empiece a crecer, también lo harán nuestros métodos de obtención de alimentos. La agricultura no es la más limpia ni la más fácil, pero cambia la perspectiva de la gente al ver lo mucho que la necesitan allá arriba.

Los rayos del sol inciden sin cesar en nuestros paneles y, cuando se han cargado completamente con su energía, pasan de uno a otro hasta llegar a una caja que la contiene y la transforma en electricidad. Sus usos son variados porque las aplicaciones del recurso también lo son. Fuera de esta entrada, podemos contar el respaldo, potente y útil a los diferentes móviles que lo necesitan para funcionar de forma natural. A expensas de la modernidad que quizás podamos pregonar de nuestro campo, resulta ser un lugar caro y difícil de mantener.

A varios metros de profundidad, en el subsuelo, cuelgan despreocupadas cuevas huecas de regolito a las que se puede acceder con rovers adecuados al entorno. Allí la piedra respira y no se calienta fácilmente por lo que puede ser un lugar adecuado para el cultivo de plantas a una temperatura fresca que nos proporcione el oxígeno necesario. Así que vamos a verlo como una opción diferente a la propuesta con las cúpulas. La realidad es que todo es más fácil que conseguir un recurso como éste del que dependemos para sobrevivir en un lugar que no tiene atmósfera ni aire. Uno por el otro.

Independientemente de que nuestros avances tecnológicos nos sirvan o no, y dado que la protección es uno de los campos en los que debemos destacar, no lo estamos haciendo nada mal. Recurrimos al ejemplo de nuestros vehículos, uno más equipado que el otro, nuestro complejo de dispositivos expuestos por todo el campo como en los desfiles de guerra o las dos naves espaciales aparcadas en cada extremo del recinto. No sabemos exactamente a quién demostrárselo, pero de que estamos protegidos lo estamos. Incluso si un trozo de la luna se rompe, nos esperaremos en los túneles del otro.

 Me despierto, me doy un baño en mi bañera espacial y como la comida que he plantado en el cultivo con algunas legumbres. El traje pesa y cuando me lo pongo me siento un poco más seguro, mis saltos ya no son tan largos en la habitación. Me dirijo al aparcamiento detrás de la cúpula mientras saludo a mis otros compañeros que también se van a trabajar. El rover estaba dañado desde anoche por un panel solar que le cayó encima de repente, fue un accidente. Sin embargo, hoy está como nuevo y con él puedo ir a explorar la Luna para investigar lo que encuentre.  Por el camino recuerdo que tenía que conectarme al satélite para enviar información a la Tierra. Me dirijo hacia el lado de la Luna donde no llega la luz del sol y activo el sistema de lámparas para ver mejor. Además de estar oscuro, el lugar es bastante frío, así que enciendo la calefacción del rover, que está hecha con radiadores y agua reutilizada.  El lugar donde se encuentran los satélites también se conoce como zona de despliegue. Las rocas y el regolito vuelan aquí cuando la nave se propulsa, por lo que la ruta hasta allí es algo difícil, pero que el rover puede recorrer con el brazo robótico en su cubierta, limpiando los escombros a medida que avanza. Cerca de allí me pongo las botas magnéticas para unirme al monopatín Skyfly MK1 que me lleva al satélite mucho más rápido.