Dotado de estratégicos y espaciosos edificios, muchos de ellos incluso subterráneos, nuestro proyecto canaliza la organización e invención propias de la Tierra con tintes especiales que debe tener un campamento lunar como Dios manda. No hay más que ver nuestros coches inteligentes, instalaciones similares a las empresas terrestres, o los increíbles escapes incrustados bajo el suelo lunar como una estancia contigua a la visible en su superficie. 

En cada esquina del emplazamiento hay contenedores con oxígeno comprimido en su interior, y pueden modificarse y convertirse en dispositivos de seguridad y alerta. Puede que no tengamos satélites, pero suplimos su carencia con nuestros módulos de aterrizaje, que resultan ser igual o más adecuados para la tarea: desplazados a una distancia considerable, pueden equiparse con elementos para la comunicación por medio de ondas.

La composición del complejo de cúpulas es a la vez sencilla y práctica. En realidad no los hemos ocupado para que sean el lugar de descanso de los astronautas y acompañantes, sino para que sean el santuario principal que reúna todas las plantaciones posibles en el campamento. También se distribuye: en árboles ya crecidos, estanterías con pequeñas plantas y un espacio libre de tierra fértil traída directamente del suelo para experimentar con nuevas semillas modificadas químicamente para hacerlas resistentes a cualquier clima.   Tenemos muy en cuenta los lugares que compartimos con otros compañeros porque los seres humanos somos sociables y nos necesitamos. Por eso en la Luna hay zonas tan inusuales como una cafetería.

Cerca de los polos lunares

Gran parte de nuestro campamento no está situado en la superficie del suelo lunar, sino unos metros por debajo del nivel del regolito normal, por lo que el sol no llega tan fácilmente a los cultivos y representa un perjuicio más que un beneficio. 

Hemos colocado horizontalmente una hilera que soporta la energía solar que brilla con esplendor en los extremos. Son bastante grandes y se han colocado metódicamente frente al lugar donde se encuentra nuestro suministro de agua, una decisión deliberada que pretende eliminar cualquier radiación secundaria del líquido que todos consumiremos.

Apostamos por materiales robustos, pero al mismo tiempo queremos un acabado moderno y no rudimentario. Por supuesto, estos elementos también deben protegernos aunque se proyecten estructuras particulares con ellos, o con más de una planta, ya sean elevadas o subterráneas. Predominan los colores y las transparencias sin que por ello sean menos débiles que un trozo de hormigón. Incluso nos gustaría inventar nuevos materiales para cumplir estas ideas, tal vez la Luna los tenga y sólo sea cuestión de escarbar un poco, porque el oro, el aluminio, la plata y el hierro no son metales extraños a su composición.

Como ya hemos avanzado en un proceso abriendo el campo entre el suelo lunar, la capa de regolito y la piedra, resulta menos difícil someterlo a cambios. Lo ideal es empezar por el asentamiento de los cultivos porque, después de nosotros, es el lugar que más agua demanda y donde primero debe llegar.

La extracción puede convertirse entonces en un problema si nos planteamos abrir la roca en el mismo lugar donde se encuentran estas plantas, pero sólo es cuestión de tener cuidado con los rovers y con la magnitud de la fuerza aplicada para no provocar suturas profundas.

Aquí es donde brillan nuestras cuatro cúpulas dedicadas exclusivamente a la alimentación de todos. Es cierto, no todos los árboles que hay en ellas se pueden consumir y matar como alimento, sin embargo la mayoría han sido plantados con este fin, sin excluir el de su mecanismo natural que nos proporciona oxígeno. Luego, aquellas plantas que son comestibles se dirigen hacia la cafetería común y, como decíamos hace unos párrafos, reservamos un lugar específico para cultivar las plantas que no son comestibles en este momento porque están siendo probadas o sometidas a experimentación. No pretendemos olvidarnos de ninguna de ellas ya que no son muy variadas.

Utilizamos la minería para cubrir la falta de electricidad en la Luna, tan importante en todos nuestros procedimientos. Y es que tenemos la suerte de que aunque no exista, los metales sí, así que quien pretendía evidenciar una única forma de obtener energía no sabía las maravillas que pueden hacer el zinc y el manganeso en forma de baterías. Pero no se alarmen al leer todo esto y no encontrar ni un solo taladro en el campamento, nuestros rovers tienen uno en diferentes compartimentos que se pueden alcanzar o no a la vista. Demasiado inverosímil, ¿verdad?

A veces, un buen conocimiento de botánica y agricultura puede darnos un respiro, literalmente. Las pipetas que contienen el oxígeno deseado por el campamento parten de las cúpulas y sufren diversas modificaciones hasta quedar encapsuladas. No es un trabajo fácil. La ventaja aquí es que sólo hay un lugar que necesita urgentemente este recurso, sin embargo se vuelve contradictorio cuando comprobamos que su consumo es bastante elevado.

Nuestra otra solución se basa en aterrizadores preprogramados y lanzados al espacio que trazan una ruta directa al suelo en busca del recurso

Sería exagerado decir que es un campo lleno de rovers con peligrosos y mortales mecanismos de defensa, pero curiosamente sí. La buena noticia es que se han diseñado sólo contra peligros naturales, como grandes cráteres y meteoritos difíciles de evitar. En caso de emergencia, también se activarán los contenedores situados a ambos extremos del emplazamiento, conectados entre sí para crear una especie de valla capaz de repeler las tormentas terrestres de las grandes tempestades a ambos lados de la Luna. No hay que olvidar los carros de carga, capaces de llevar y transportar cualquier objeto.

Me desperté al amanecer en Camp Athens, me levanté de la cama, pulsé el botón y lo guardé. Eran alrededor de las seis de la mañana. Me levanté temprano por la emoción; me dirigí al baño, hice mis necesidades, me bañé y me puse la ropa. Voy a la cocina y me preparo algo de desayuno para salir de la estación lunar a ver la misión, muy emocionada por conocerla. Subo al garaje y salgo con uno de los carros troyanos para recoger muestras y luego me dirijo al invernadero para cuidar las plantas y hacer algo de ejercicio al mismo tiempo. Me quedo un rato en la parte natural porque me gusta mucho, pero luego voy hacia el observatorio para ver los planetas y estudiar todo sobre ellos. 

También voy a los polos con la ayuda de Medus y Troya a recoger agua y muestras, además de aprovechar para dar una vuelta en mi rover. Tras terminar mi trabajo me dirijo al centro de control lunar donde hablo con el centro de control en la tierra y les cuento mi día y les envío pruebas del laboratorio donde había analizado las muestras Me giro hacia el reloj y son las 8 de la tarde, hora de volver a casa, jugar al ajedrez con mis compañeros, divertirme, jugar un rato al fútbol o al baloncesto. Siento los ojos pesados, ceno algo ligero y me preparo para dormir y empezar una nueva aventura al día siguiente.