Desde que existe la vida inteligente, hemos contemplado el rescoldo blanco de Luna, colgado en el cielo nocturno como símbolo universalmente reconocido del misterio y de lo desconocido. Aunque a los jóvenes nos parezca que fue hace eones, el 20 de julio de 1969 no es un día olvidado, sino que aún está relativamente fresco en la memoria del mundo. En una crónica de milenios, cincuenta años no es más que una mancha, pero para nosotros, las nuevas almas del mundo, sigue siendo un lapso de tiempo demasiado largo. En 2022, hará medio siglo que no pisamos nuestra luna, así que tal vez haya llegado el momento de planificar una nueva incursión. Selena es el nombre griego de la diosa de nuestra luna, y los griegos son ampliamente reconocidos por haber sentado las bases de la civilización occidental, por lo que un nombre adoptado de su cultura sería lo más universal e incontrovertible posible (por supuesto, una deidad lunar adoptada del panteón de los primeros humanos sería más apropiada para un esfuerzo verdaderamente internacional, pero aún no se ha reconstruido una mitología semejante). recibirá un correo con más detalles sobre este proyecto. No conseguimos poner toda la información, y todavía hay modelos 3D, que son más detallados. Así que le invitamos a echar un vistazo a ellos.

Nuestro plan es aterrizar en el cráter de Clavius, un destino idóneo para forjar una nueva era para la humanidad.

Tiene muchos atractivos para una misión de este tipo: rastros de agua congelada, ubicación privilegiada para observar el movimiento de las esferas en el espacio exterior y un entorno más estable debido a la proximidad del polo. Se convertirá en la cuna de un nuevo tipo de esfuerzo humano unificado: nuestra primera verdadera bolsa de vida en un océano de vacío.

Para construir nuestra base se utilizará al máximo la automatización. Los autómatas lunares pondrán los cimientos de la propia construcción, mientras que una estación orbital intermedia (ILS) se utilizará para transportar los módulos premontados a la superficie. Los materiales utilizados serán ligeros y duraderos, ya que en baja gravedad los edificios son más fáciles de estructurar. La base propiamente dicha será subterránea (¿sublunar?) para protegerse de los peligros del espacio. Será como un búnker, un vestigio de vida en un mundo hermoso pero totalmente muerto, un mundo que, según la teoría moderna, ni siquiera estuvo vivo en primer lugar.

Esta colonia no será autosuficiente desde el principio: sería una tarea demasiado elevada. Habrá que suministrar agua, alimentos y una cantidad mínima de bienes de consumo para mantener la empresa a flote durante un tiempo, pero esta inversión no es más que un céntimo comparada con la prosperidad económica que podría aportar la colonización de la Luna, sobre todo teniendo en cuenta que el cráter Clavius es relativamente fácil de alcanzar. Se implantará un sistema de reciclado de agua similar al de la ISS, para que no perdamos gran parte de nuestra preciada hidratación.

En un primer momento, los alimentos procederán de una reserva de comidas precocinadas traídas en el primer aterrizaje, pero se trata sólo de una medida temporal, hasta que termine el trabajo de instalación de la base. El siguiente paso sería una masa de ingredientes crudos, capaces de ser cocinados como en la Tierra una vez que la base sea totalmente habitable (tendremos que averiguar cómo funcionan estas cosas en un entorno de baja gravedad, pero debería ser fácil de calcular). A medida que avancemos hacia la autosuficiencia casi total, las plantas podrán incluso cultivarse en la base para proporcionar alimento.

La energía solar se utilizará en todo su potencial, ya que es la fuente de energía más eficiente en estas condiciones. Con tiempo suficiente, la Luna también puede convertirse en un centro de energía nuclear. Aquí, con un espacio ilimitado y unas preocupaciones de seguridad mínimas (no es que haya muchas ni siquiera en la Tierra, la energía nuclear es sorprendentemente segura en la era moderna, en contra de la creencia popular) se pueden construir plantas de energía en expansión, restando el coste del transporte, incluso más barato que en la Tierra debido a la baja gravedad de la Luna. Aunque esto entra ligeramente en el terreno de la ciencia ficción del futuro próximo, podríamos incluso empezar a experimentar con la fusión nuclear...

El aire que respiren los habitantes de la base deberá tener una composición lo más parecida posible a la de la atmósfera terrestre, ya que los seres humanos han evolucionado hacia ella a lo largo de miles de millones de años. Para ello, se mezclarán 78% de nitrógeno con 22% de oxígeno (por supuesto, hay otros gases presentes en el aire terrestre, pero no se ha demostrado que sean esenciales para la respiración, aunque se requiere una investigación más detallada). El oxígeno se obtendrá por electrólisis, como en la ISS, e incluso a través de la vegetación.

El día transcurre de forma organizada. Los astronautas tendrán que despertarse en diferentes turnos, de modo que siempre haya un equipo despierto para realizar tareas de mantenimiento y que la base esté en constante desarrollo. Los equipos más numerosos estarán sincronizados con las zonas horarias que cubren Europa y Estados Unidos, las capitales espaciales de nuestro planeta, y quizás incluso China, ya que su programa espacial se está desarrollando rápidamente. El mantenimiento es primordial, seguido de la siembra de sustento biológico (una vez que las colonias lleguen a este punto de automantenimiento), la realización de investigaciones científicas (objetivo primordial de la colonia), seguido de las necesidades corporales como la nutrición y el ejercicio, y un poco de tiempo libre. Al principio, la jornada tendrá que ajustarse a una rutina relativamente rígida, pero quizá, con el tiempo, la base pueda convertirse en un entorno de trabajo más normalizado, sobre todo cuando deje de ser la única.